Buscar en este blog

14 septiembre 2010

Puntos de vista

Puntos de vista    
José Antonio Rivera-González                  

Cerca de cumplir 30 años como empleado, he comenzado a acariciar la idea del retiro.  Sé que tengo que tener un plan.  Tengo que pensar cómo voy a emplear las horas y los días que ahora ocupo con mi trabajo.  Son siete horas y media a lo largo de cinco días; 37 horas y media semanales adicionales a las que debo buscarles utilidad.             

  Bueno, pensándolo bien, no tendré que levantarme dos horas y media antes de comenzar la jornada diaria.  No habrá prisa a la hora del desayuno.  Leeré con tranquilidad y mejor atención el periódico. Me asearé a mi ritmo.  Me vestiré seleccioando con empeño lo que me voy a poner.  Me perfumaré, tomaré las llaves de la casa y las del auto y saldré… ¿hacia dónde?              

Aquí fue que me entró el pánico.  ¿Qué voy a hacer?  ¿A dónde me puedo dirigir si tengo el tiempo?  Porque, en mi caso, quiero dedicarme tiempo a mí; a mis intereses: leer, estudiar, dibujar y pintar, hacer deportes, viajar… ¡Pero eso lo hago ahora!  ¡Me seguirían sobrando 37 horas y media a la semana.! 

Me resisto al mall.  No, no, no.  No me meteré en ese limbo entre la realidad y la fantasía.  Preferiría visitar un pueblo de la Isla cada día para comer en sus fondas, ver sus estructuras antiguas, sus puntos de interés y el transcurrir de la vida de sus habitantes.  Pero, ¿con quién?  Porque no se trata de que mis amistades y conocidos se vayan a jubilar conmingo, necesariamente.  Pero, ojo: tampoco soy de la gente que necesita compañía hasta para llegar  al automóvil…  Aún así, como decía un viejo anuncio de televisión, “la soledad duele”.  Tengo la impresión de que la gente de mi edad se ha ido borrando a sí misma.  Estoy consciente de que no podré contar con algunos andariegos que de vez en cuando se monten conmigo a la aventura.  Lo he intentado desde ya, y he fracasado. 

Sucede que, aunque aún no se han retirado, en las mañanas y tardes mis amistades llevan y traen a nietos o sobrinos de sus colegios o centros de cuido; al salir de los trabajos le preparan comida a hijos, hijas, nueras y yernos, y los fines de semana cuidan a los sobrinos o a los nietos para que sus hijos e hijas hagan sus diligencias y se relajen un poco del estrés de sus obligaciones laborales y familiares.  Como se imaginarán, para ellos soy la oveja negra, el despegado de la familia, el adulto egoísta que se resiste a negarse a sí mismo.

Muy bien.  OK.  Lo acepto.  Tengo que buscar opciones.  Me puedo quedar en “el área” y visitar los parques, los museos y demás inventos gastronómicos, artísticos, etílicos, etc. que están de moda para que gastemos más que lo que disfrutemos, pero ¿por cuánto tiempo me resultará divertido?  ¿Cuánto tardaré en aburrirme?  Seguro que si no me topo con otra gente como yo, pronto cada día se prolongará el tiempo que permanceré en mi casa, vegetando.  Creo que para alguién que para entonces no tendrá 55 años es un panorama poco halagador.  ¿Cuáles son tus planes?